viernes, 25 de abril de 2008

El rol de la mentira

Desde nuestra más tierna infancia se nos enseña que la mentira es algo malo, muy malo. Todos los padres nos machacan frases como "debes decir la verdad siempre" o "es malo mentir", frases que a final de cuentas son en sí mismas, mentiras.

Porque nos guste o no, toda sociedad establece cierto sistema de creencias que más allá de su veracidad empírica, son aceptadas como verdades sociales(ej:religiones). Y aparte de las consideraciones morales que pueden sonar muy lindas en el papel, en la vida cotidiana debemos lidiar con niveles de verdad(o mentira, según sea el punto de vista).

De hecho, los niños más pequeños son los únicos que aplican las enseñanzas paternas al pie de la letra. Y por ello se dice que son inocentes, porque aún no aprenden que hay cosas que es preferible callar en determinados momentos. Lo cual es una forma simpática de decir que aún no aprenden a mentir. Y esto se debe a que somos seres sociales, y toda interacción social implica en mayor o menor medida, mentir. De lo contrario nos enojaríamos a cada rato y con todo el mundo.

La psicología nos dice que la capacidad de mentir es señal de inteligencia. Osea que la Moneda y el Congreso están llenos de genios.

Me llama la atención la contradicción vital que implica tratar de vivir con la verdad por delante, dentro de una sociedad que en gran parte se sustenta en mentiras consensuadas. Y con ello no estoy afirmando ser un tipo veraz(sería mentiroso negar mis mentiras) o criticar la mendacidad circundante, simplemente plantear la duda: Si reconocemos las mentiras que sustentan buena parte de nuestra convivencia ¿cómo establecer el límite? ¿Cuál es el punto de equilibrio?

Por supuesto que hay situaciones en las que ni una mentira puede zafarnos, como cuando una mujer hace la pregunta más capciosa del universo: ¿Me veo gorda? Pero ese otro tema jajajaja

PD: Nunca les creo a quienes terminan una frase diciendo: "...¡de verdad!" ¿Es que acaso el resto del tiempo mienten?

Ahora vuelca tu mentira más veraz(animus irónicus)

Update: Para los "cuadrados", no propugno un relativismo moral(¡qué episcopal esa frase!). Lo que busco es ver el criterio que cada quien usa para establecer un límite entre mentiras "aceptables" y de las otras. Partiendo de sincerarnos ante la verdadera naturaleza de la convivencia.

Iron Maiden - No more lies

miércoles, 9 de abril de 2008

Por la razón o la vergüenza

♫ Y verás como quieren en Chili ♪
♫ al amigou cuando es forasterou ♪
.....
♪ pero si eres pobre y peruano ♫
♫ te darán un trato inhumano ♪

Gente de mierda, ven a un gringo y corren a buscar vaselina pero si alguien comete el pecado de ser moreno, extranjero y pobre, lo tratan de manera brutal e indolente.

Foto: La Cuarta

miércoles, 2 de abril de 2008

La habitación de las mil páginas

Muchas veces he leído las opiniones de "expertos en educación", abogando por medidas para crear hábitos de lectura en los niños. Y cada vez le hallo menos peso a sus argumentos.

Mi papá trabajaba un kiosco en la Gran Vía. Mi mamá estaba hospitalizada después de dar a luz a mi hermano, por lo que yo acompañaba a mi papá. Un kiosco de 1,5 x 1,5 mts. era casi una cárcel para un niño de 4 años, así que me ponía a jugar con las cajetillas de cigarros o lo que tuviera a mano. Hasta un día en que mi papá, tal vez exasperado por mis incesantes preguntas, me pasó una revista de historietas. Mi inagotable curiosidad halló un obstáculo insalvable, no sabía leer. Y mi papá estaba demasiado ocupado atendiendo el kiosco, como para leerme. Y así comenzó la larga espera, llegué a kinder con la mente fija en 1º Básico, porque me habían dicho que en ese nivel uno aprendía a leer. Esa era mi misión, mi leit motiv, mi obsesión. Al llegar a 1º Básico aprendí a leer en tiempo récord. Y por obra y magia de la lectura, aquel reducido espacio de 1,5 x 1,5 se transformó en una puerta hacia nuevos mundos.

Mediados de la década de los 80', se acercaba el final de la dictadura. Mi abuelo pinochetista imponía su voluntad de hierro en la casa, donde vivíamos junto a mis padres.Cuando él se iba a su otra casa, yo aprovechaba para escabullirme en una pieza a la que él nos había prohibido entrar a mí y a mi hermano. Esa pieza, a la que yo bauticé la habitación de las mil páginas, estaba repleta de revistas, libros, discos, fotos, dos radios antiguas, relojes, abrigos, sombreros, etc. Teniendo en cuenta la precariedad de la época, los libros se transformaron en mi vía de escape pero también en fuente de enseñanzas e inspiración.

¿Y a qué viene tanto racconto autobiográfico? Para demostrar que el gusto amor por la lectura no nace producto de políticas o normas sino de una inquietud propia. Por supuesto que mientras más personas tengan más y mejor acceso a los libros podremos esperar una sociedad más preparada, más culta y por ende, menos discriminatoria. Pero el amor por la lectura no se enseña ni se aprende, a lo más se inspira.

Al morir mi abuelo, la habitación de las mil páginas se transformó en mi dormitorio.

A pesar de que hoy existen multitud de opciones como Youtube, yo no abandono el placer de leer para, en pleno acto de complicidad con el autor, imaginar mundos y épocas ajenas hasta hacerlas tan vívidas que se transformen en propias.