Cuan distinta sería mi historia, y la de muchos de quienes leen este blog si no existiese el fútbol.
Todos mis recuerdos de infancia están repletos de aquellas
pichangas eternas, en que junto a mis amigos pasábamos tardes enteras jugando en un tierral, justo al lado de la línea férrea, bajo un sol agobiante. Allí estábamos, traspirados y sucios pero con una enorme sonrisa. ¿El ser amigos nos llevaba a jugar o el juego nos hizo amigos?, la verdad no recuerdo.
He visto hartas veces a la selección chilena pero sólo dos veces en el Estadio Nacional, una de ellas fue la victoria por 3-0 sobre Brasil en las eliminatorias para Korea-Japón, fue una experiencia inolvidable. El sentir la ansiedad previa mientras se espera por entrar al estadio, aún cuando faltaran 3 horas para el inicio del partido. El correr hasta la entrada para ganar una buena ubicación, el pasar el rato(horas en realidad) haciendo “la ola”, estar allí y ver salir al huaso peregrino quien coreografía un multitudinario “ceacheí”, cantar el himno nacional con el pecho henchido de orgullo y emoción. Segundos antes del comienzo, la ansiedad da paso a la nerviosa expectación. Cuando el árbitro da el pitazo inicial el estadio entero empieza a vivir la pasión de multitudes. Todas las voces cantan al unísono de una bandera. Cada corazón comienza a vibrar con cada ofensiva propia y a apretar los dientes (y algo más) con los ataques contrarios. El echarle puteadas al árbitro en cada cobro desfavorable es casi un sacramento, así como el ponerse de pie en cada tiro de esquina, ¡gritar, reclamar, aplaudir, pifiar!, vivir con el corazón acelerado hasta explotar en un orgasmo colectivo donde 70.000 almas gritan ¡¡¡GOOOOOOOOOL!!! Para terminar abrazándose con gente que nunca viste en tu vida y que nunca volverás a ver, gritando, aplaudiendo, disfrutando al máximo ese mágico y efímero momento.
En España un grupo de mujeres creó una página web llamada
www.nomasfutbol.es quienes obviamente detestan el fútbol y no entienden el por qué a los hombres nos gusta tanto. Difícil tarea la de explicarlo, porque donde ellas ven a 11 tipos sudorosos y hediondos, nosotros vemos un equipo. Donde ellas ven un grupo de locos gritando, nosotros vemos a una hinchada fiel. Para ellas una camiseta es una prenda de vestir, para nosotros es un estandarte de sueños, talento e historia. Donde ellas ven un evento sin sentido, nosotros vemos una gesta deportiva que nos evoca el sentido de pertenencia a un barrio, a una ciudad, a un país, a una pasión,...a una época pasada, donde el sol bronceaba nuestros sueños, cuando un balón y un grupo de amigos bastaban para ser feliz.
Los Miserables - El Crack