La fiesta estuvo buena, las copas se excedieron
. Algo de conciencia me queda, la suficiente para irme cuando aún tengo los medios para hacerlo.
Son las 3 de la madrugada, me despido de mis amigos, me subo al micro, pago el pasaje y me desplomo en el último asiento, al lado opuesto al conductor.
Me bajo justo en la esquina del Hospital Regional para subir por calle General Velásquez y cruzar la línea férrea, hasta llegar a mi casa. Trato de caminar lo más recto que puedo (borracho pero digno). De pronto veo a tres tipos que vienen bajando por la misma calle.
La borrachera se me espanta ante la posibilidad de ser asaltado, trato de calcular el momento exacto para cambiarme de acera…demasiado tarde, el que parece el líder camina por el centro de la calle, mientras sus asociados adoptan formación de ataque(
Flaite
-16), cubriéndome toda posibilidad de evadirlos. Con el riesgo de que vengan armados (con cuchillos, no creo que les alcance para pistolas), huevonamente me consuelo pensando que en el peor de los casos el hospital está a unos cuantos pasos.
Llegan justo frente a mí, el líder me dice: “Sossio, teníh una moneah” (traducción: ¿Amigo, tienes una moneda?). Yo pienso: Chucha y ¿cuándo me asocié con estos huevones? ¿Serán un nuevo tipo de emprendedores?
Luego, con mi mejor acento cuma le respondo:”No shih, no tenía plata pa veni’me, vengo caminando del balneario, loco, ¡vengo más cansao que la chucha!”
En eso el “líder emprendedor” me dice: “¿Te acordai’ de mí, de la Chango?”.
Nota: La Población Juan "Chango" López, en ese entonces tenía reputación de conflictiva. Yo pienso: “Por la cresta, este huevón me está confundiendo con alguien más, si es alguien que le cae mal, hasta aquí nomás llegué”.
Plan de escape: patearle las bolas al líder, esquivar a los otros dos y correr hasta el hospital (aquel dicho “ponerse el parche antes de la herida” nunca fue más cierto). Los segundos se hacen eternos, mientras guardo estratégico silencio. Hasta que me dice: “ Voh erai amigo de (nombre ininteligible). Finjo acordarme…
Mis neuronas se ponen de acuerdo en decir: “Ah! si poh, cuando jugábamos a la pelota con el negro, el guatón, el ‘Polilo’, el Ruben” (En todas partes hay un guatón y un negro, los dos últimos son mis amigos y efectivamente fueron a la escuela de esa población pero no son flaites, un poco de verdad en la mentira salvadora.)…¿la verdad os hará libre? ¡Mis polainas!
El improvisado guión surte efecto, el amago de asalto se transforma en conversación de “amigos”, lentamente comienzo a manejar la situación, relatándole recuerdos ficticios de amigos en común (que nunca conocí), él dice acordarse de todo lo que le relato
Me despido con fingida efusividad de cada uno de ellos, nos deseamos buena suerte (ja! yo ciertamente la tuve!
) y cada quien sigue su camino.
Llego a mi casa, pensando en la cu...suerte que tuve, dando gracias a mi "creatividad bajo estrés y alcohol".
Ellos creyeron que yo era uno de ellos. Nunca me sentí más aliviado de ser un flaite honorario, shi waaah!!!