El sol brillaba en lo alto del cielo, yo rebosaba de alegria y orgullo por ser mi primer día como Supervisor de Prevención de Riesgos de la constructora, todo un logro para alguien con apenas dos años en la empresa.
Sobre nuestras cabezas la enorme grúa levantaba las vigas del quinceavo y último piso. El gigante mecánico giraba lentamente, el rugido de sus motores se diluía en el incesante ruido urbano; sólo su sombra delataba su ominosa presencia.
A la hora de almuerzo iba caminando por una plaza aledaña a la construcción en la cual estaba trabajando, cuando encontré un pequeño libro tirado en el pasto, lo tomé y seguí caminando hasta llegar a un pequeño café con mesas afuera del local, donde los clientes solían beber café o jugos mientras deleitaban la vista con las mujeres que pasaban por el lugar. Abrí el librillo que comenzaba así:
"Ella tenía una pequeña consulta donde atendía de 9 a 6. Ese día debía abordar un avión asi que agarró su maleta y se subió a un taxi. Al acomodarse en el asiento notó un pequeño librito que seguramente alguien había olvidado allí, lo hojeó rápidamente y lo echó a su bolso de mano, pensando que sería una buena entretención durante el vuelo.
Al subir al avión sintió cierta inquietud pero no le dio importancia pensando que era debido a la ansiedad por llegar pronto a su destino. El avión despegó sin contratiempos, ella miró a través de la ventanilla y observó el mar en plenitud.
A la media hora de vuelo recordó aquel librito que encontró en el taxi, revisó su bolso de mano y se dispuso a leerlo acompañada de un martini.
Mientras leía aquel pequeño libro de cubierta negra comenzó a sentir escalofríos, de pronto un motor del avión se comenzó a incendiar. Las aeromozas trataron de calmar a los pasajeros, la voz del capitán se escuchaba a través de los parlantes dando palabras de tranquilidad. De pronto el avión pareció estabilizarse, las aeromozas volvieron a dibujar su sonrisa plastificada para alivio de los pasajeros. Ella seguía intranquila, pidió otro martini. Al cabo de una hora las cosas estaban calmadas, por unos momentos se puso a pensar en todas las cosas que hubiese dejado inconclusas en caso de que el avión hubiese caído. Luego pensó para sí:"si este maldito avión se cae por lo menos he de terminar de leer este librito".
Volvió a abrir el librito en la página donde había quedado antes del incidente con el motor izquierdo. De pronto sintió escalofríos, los que atribuyó al aire acondicionado. Continuó leyendo y de pronto una mueca de espanto se dibujó en su rostro, miró el título del cuento y unos momentos más tarde el motor derecho comenzó a lanzar humo negro hasta cubrir el fuselaje, las personas comenzaron a gritar, en medio del caos las aeromozas trataban inútilmente de calmar a los pasajeros.
El grito ahogado en su garganta fue reemplazado por el aullido de la multitud a su alrededor, mientras el avión caía en picada hacia el mar. Una vez más miró el título del libro y sonrió al entender la ironía de ser una vidente que no previno su propia muerte. El ruido de los motores se fundió con los gritos de la multitud aterrorizada, desde lejos el avión parecía una gran bola de fuego aullante. Todos los pasajeros sabían que estaban condenados...pero sólo ella sabía por qué."
Sobresaltado, en ese instante detuve mi lectura, algo me hizo dudar de leer las últimas líneas...pero mi curiosidad pudo más. Respiré hondo y seguí leyendo.
Cuando finalmente comencé a entender, el terror se apoderó de todo mi ser. Sintiendo una mano fría e invisible sobre mi hombro, dudé varios minutos hasta que finalmente miré la portada y el título decía '664'. De pronto toda la gente a mi alrededor estaba gritando y corriendo despavorida, ¡¿yo no sabía por qué!?...hasta que levanté mi vista y vi al gigante mecánico cayendo justo sobre mí.